jueves, 5 de julio de 2012

FRIEDRICH WILHEM NIETZSCHE

                                         

En el amor siempre hay algo de locura, mas en la locura siempre hay algo de razón”. Y quien mejor para hablar de locura que Friedrich Wilhem Nietzsche, personaje idolatrado en esta era postmoderna, tan libre de ataduras. Sin embargo, a todos inquieta que este ídolo iconoclasta haya terminado sus días perdido en los resquebrajados laberintos de su mente. Hasta qué punto su enfermedad ejerció influencia sobre su obra es difícil de decir, al extremo de que algunos de sus amigos sostuviesen que Nietzsche no estaba enfermo, sino que se hacía el enfermo.

Llama la atención al leer su biografía que existía un antecedente familiar: su padre, pastor luterano, murió a causa de una degeneración cerebral provocada supuestamente por una herida. Si bien pudo ser algún trastorno vascular o una sífilis terminal, no podemos descartar la posibilidad de algún tipo de demencia presenil (tipo Pick) que trasmitió a su descendencia.

Durante la guerra franco prusiana Nietzsche actuó como enfermero voluntario. Allí padeció cólera y otras enfermedades infecciosas. Toda su vida fue jaquecoso, acosado por frecuentes y prolongados dolores de cabeza, responsables quizás de su temperamento nervioso.

La desaparición de su padre lo dejó rodeado de mujeres. Entre tías, madre y hermana pasó su juventud.

Evidentemente su relación con las mujeres fue tortuosa. Por un lado el idealismo casi romántico de consagrar al amor como justificativo supremo. “Todo lo que se hace por amor se hace más allá del bien y del mal”. Por otro, su estima por las mujeres: “la mujer perfecta es un tipo humano superior al varón perfecto, pero también es un ejemplar mucho más raro”. Y finalmente su rencor: “En la venganza, como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre”, que llegó hasta el desprecio, a punto de aconsejar: “Cuando trates con una mujer, no olvides el látigo”.

Esta actitud conflictiva se proyectó en la relación con su madre y su hermana, en crisis periódicamente.



Lou Andreas-Salomé, Paul Rée y Nietzsche, 1882.

No resulta extraño entonces que jamás haya logrado una relación afectiva estable. El rechazo a sus pretensiones matrimoniales de Lou Andre Salome implicó una fuerte depresión y el abandono de la idea de formar un hogar. “El matrimonio acaba muchas locuras cortas con una larga estupidez”. “El filósofo casado es una figura ridícula”. Cabe señalar que Lou Salomé mantenía una relación epistolar con Freud y es a través de ella que el médico vienés pudo conocer las teorías del filósofo.

La salud del filólogo, musicólogo y filósofo había sufrido previamente varios quebrantos, a punto tal de ser indemnizado por su trabajo como profesor en Basilea. Esta pequeña pensión le permitió viajar por Europa hacia lugares que ofreciesen climas más benignos para su mala salud. Nietzsche filosofa desde su cuerpo enfermo y a pesar del mismo. “Toda gran filosofía es la confesión de su creador y una especie de autobiografía involuntaria e inconsciente”. La enfermedad es parte constitutiva de su obra.

El período después de su alejamiento de Basilea, con sus viajes, conociendo ciudades y personajes, es el más prolífico de la obra de Nietzsche. La genealogía de la moral; Así habló Zaratustra y Más allá del bien y el mal brotan de su pluma durante esos días de vagabundo.

Su enfermedad hace crisis en 1889, más precisamente en Turín, al abrazar el cuello de un caballo castigado por su amo. Allí queda tendido diciendo incoherencias. Entonces inicia su “vida de locura”. Su amigo Overbeck viaja a Turín a fin de trasladarlo a una clínica psiquiátrica en Basilea. Allí el sarcástico Dr. Ludwig Wille hace un diagnóstico de parálisis general progresiva, el estadio final de la enfermedad sifilítica. 

Si bien jamás se pudo confirmar el diagnóstico por no existir entonces pruebas de laboratorio, era ésta la enfermedad psiquiátrica más común de su tiempo. Tan común que se convirtió en el paradigma de la locura. Nuestra idea del alienado creyéndose Napoleón, paseándose con ropas ridículas y vociferando discursos megalomaníacos, es justamente el cuadro clínico de esta enfermedad (alemán de alma, Nietzsche no se creía Napoleón sino el Rey Federico Guillermo IV).

Efectos: Ante la alienación de Nietzsche la reacción de aquellos que lo conocían fue diversa. Algunos, como Köselitz, creían que estaba fingiendo (solamente podría escribir La filosofía de Dionisos estando loco). Sin embargo, sus últimos escritos, las llamadas “Esquelas de la locura”, muestran una letra distinta, torpe, casi inteligible. “Condamno te ad vitan diaboli vitae” (Te condeno a una vida diabólica por el resto de tu existencia), una condena bíblica, la maldición del Dr. Fausto, que sólo aliado con el diablo podía crear y destruir la imagen de Dios. “El hombre en su orgullo creó a Dios a su imagen y semejanza”.

La enfermedad ofreció una excelente excusa para desvirtuar la obra de Nietzsche. Aparece como el trabajo de un loco arrastrado por sus bajas pasiones que recibe el castigo divino de un Dios que él proclamaba haber muerto.



Sus últimas dos obras, Ecce Homo y El Anticristo, justamente sus ataques más virulentos a la imagen divina, fueron escritos bajo los efectos de la enfermedad. Pero ésta sirvió como excusa para echar un manto de duda sobre sus otros textos, que antecedieron a este proceso.

Después de Basilea, Nietzsche fue trasladado a Jena donde el Dr. Otto Biswanger confirmó el diagnóstico. Al empeorar fue a Naumburg junto a su madre, que lo cuidó hasta 1897. Hasta su fallecimiento quedó bajo la atención de su hermana Elizabeth en Weimar, quien usurpa su legado intelectual y lo convierte en una pieza viviente de su archivo. Su hermana trató por todos los medios de demostrar que la sífilis de Friedrich no fue contraída por vía sexual. Para eso contó con un extenso trabajo del Dr. Volpius, sobre las formas no venéreas de transmisión de esta enfermedad.

“La demencia en el individuo es algo raro, en los grupos, en los partidos, en los pueblos y en las épocas, es la regla”. Evidentemente, fue un individuo excepcional. Nietzsche murió el 25 de agosto de 1900 de una neumonía. Su cuerpo, al igual que el de su padre, fue cremado.

Algúnas frases celebres de Nietzsche

* El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.

* Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.

* El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices.

* La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.

* Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.

* Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los "cómos".

* Sin música la vida sería un error.

* La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.

* Los que más han amado al hombre le han hecho siempre el máximo daño. Han exigido de él lo imposible, como todos los amantes.



Algúnas frases celebres de Nietzsche* El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.
* Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.
* El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices.
* La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.
* Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal.
* Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los "cómos".
* Sin música la vida sería un error.
* La palabra más soez y la carta más grosera son mejores, son más educadas que el silencio.
* Los que más han amado al hombre le han hecho siempre el máximo daño. Han exigido de él lo imposible, como todos los amantes.

                          

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