de mi vida había acabado,
sumergida en la rutina de mis días
sin quererlo te he buscado.
Y sin quererlo te he encontrado,
radiante de luz, emanando ternura,
descubriendo anhelos olvidados,
y regalando sorbos de locura.
Y llegaste tú a mi vida
cómo una ráfaga de viento
o cómo un relámpago de fuego
a refrescar y encender un alma niña.
Y llegaste tú . . .
a darle sentido a mis poesías,
a llenar mis noches de desvelo,
y alborotar mis sueños con fantasías.
Y llegaste tú . . .
a retroceder el tiempo,
a regar semillas de ilusiones
y de los más hermosos sentimientos.
Sí . . . llegaste tú a mi lado
y no te dejaré marchar
sin antes cosechar
lo que juntos hemos sembrado
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