martes, 31 de julio de 2012
LA DANZA DEL SOL
La danza del Sol fue y sigue siendo todavía para los oglalas el acontecimiento ritual más importante del año. En lengua lakota se llama wi wanyang wacipi, cuyo significado literal es "danza de mirar fijamente al Sol", acto que entre los oglalas forma parte del rito. No se trata de un culto al Sol sino de una ceremonia de "renovación del mundo" - como las de la mayoría de las otras tribus de los llanos- y de peticiones de fecundidad.
Mediante privaciones y penitencias corporales, los danzantes tratan de suscitar la compasión de Wakan Tanka y garantizar así la perpetuidad de la tribu. Para la mayor parte de las tribus que celebran esta ceremonia el acto principal es el ayuno y no las "torturas" que sólo desempeñan un papel secundario. Únicamente entre los lakotas, y en particular los oglalas, la tortura voluntaria es un elemento esencial del rito.
(...) La ceremonia se desarrolla a lo largo de cuatro días, durante los cuales los participantes danzan desde la mañana hasta el anocher dentro de una "choza" circular de unos veinte metros de diámetro. Alrededor de esta construcción se coloca, a modo de anillo exterior, un "toldo" de ramas de pino bajo el que se instalan los espectadores. En el centro se yergue el árbol sagrado donde se ponen las ofrendas, como bandas de tela y otros objetos, y también las cuerdas para los danzantes que han de someterse al rito de la "perforación". En la parte oeste de la choza hay un pequeño altar de tierra sobre el que se coloca un cráneo de bisonte. Al lado del altar disponen las pipas de cada danzantes, apoyadas en un armazón de madera.
(...) Las danzas se ejecutan desde la mañana hasta la caída de la tarde y, como la ceremonia tiene siempre lugar en pleno verano, o sea a últimos de julio o primeros de agosto, los danzantes se pasan el día entero expuestos a los rigores de un Sol tórrido. A esto se añade un rígido ayuno, ya que durante todo ese tiempo les está prohibido tomar cualquier alimento sólido o líquido. La danza se desarrolla en ciclos sucesivos, sin otras interrupciones que las señaladas por músicos y cantantes al acabar los correspondientes himnos al Sol. Después de cada ciclo, los que participan en la danza ofrecen a las cantantes una de sus pipas para que la fumen pasándosela unos a otros. Mientras esto dura, ellos pueden descansar bajo el toldo de ramas, pero una vez que la pipa se ha terminado de fumar comienza la siguiente ronda de danzas.
En tales condiciones, la danza a pleno Sol es ya de por sí un durísimo sacrificio corporal, y más todavía si se tiene en cuenta que durante la misma los danzantes soplan constantemente por una especie de flauta de huesos de águila, lo que acrecienta su sed. La prueba más difícil, reservada a los varones, tiene lugar el cuarto día y recibe el nombre de "Perforación" (piercing). Para ello se colocan sobre una piel de bisonte, junto al poste sagrado, y el chamán les practica en el pecho, justo por encima de las tetillas, dos cortes paralelos en los que introduce sendas púas de madera; luego anuda en estas púas una cuerda sujeta al poste. Como ya hemos dicho, las mujeres participan en la danza están excluidas de esta prueba, pero a su modo también ellas ofrecen un sacrificio doloroso, haciéndose arrancar del brazo algunos trocitos de piel. Asimismo en esta ocasión se les perforan las orejas a los niños, acto simbólico por el que son oficialmente incorporados a la comunidad tribal.
En la fase final de la ceremonia, los hombres deben intentar liberarse del poste al que están atados. Con este objeto danzan primero acercándose al poste, para rezar, y luego, alejándose de él sin volverse y echándose bien hacia atrás para tensar la cuerda, con lo que la piel de su pecho se pone también tensa. Ejecutan este doble movimiento tres veces y a la cuarta se dejan caer con todo su peso hacia atrás, desgarrándose la piel y soltándose así del poste. Los cánticos y danzas cesan cuando el último de los danzantes se ha liberado. Para cuantos toman parte activa en la danza del Sol, ésta representa un auténtico sacrificio en su sentido más estricto. Pero incluso los que no se someten al rito de la "perforación", ponen en ella a dura prueba su valor y resistencia física.
En 1881 el gobierno de los EE.UU., presionando por los misioneres, prohibió las danza del Sol, sobre todo a causa drel sacrificio cruento que acabamos de describir y en el que los blancos veían un acto bárbaro y atroz. Para los oglalas, en cambio, la danza del Sol constituye la suma expresión de su culto a Wakan Tanka, así como la fuente de su crecimiento y prosperidad y de la renovación de todas las cosas. Las privaciones y el dolor físico que la ceremonia lleva consigo son una acción de gracias y una ofrenda realizadas en nombre del pueblo entero.
En los relatos de Black Elk se repite sin cesar: "¡Oh Wakan Tanka, ten misericordia de mí, para que mi pueblo viva! Por eso me estoy sacrificando". No basta, pues, con ofrecer a Wakan Tanka cualquier objeto o animal, sino que la ofrenda ha de ser algo vrerdaderamnenbte valioso y entrañable para el hombre: su propia carne y sangre.
También en un mito sobre el origen de la danza del Sol se indica con toda claridad que sin derramamiento de sangre no es posible poner genuinamente a prueba de la seriedad del participante.
Pese a la prohibición de 1881, los oglalas siguieron celebrando clandestinamente la danza del Sol, con lo que se aseguró su continuidad hasta muy entrado el siglo actual. En los años sesenta, no obstante, la generación de más edad parecía haber perdido su interés por ese rito, de suerte que su desaparición no era ya a todos luces más que una cuestión de tiempo. El consejo de la tribu intentó incluso hacer de la ceremonia una atracción turística, aunque con poco éxito.
A principios de la década de los setenta, comenzó a darse entre los indios de Norteamérica un despertar de la conciencia de su propia identidad. El movimiento Red Power ganaba en fuerza y los jóvenes, sobre todo, volvían a interesarse a fondo por sus tradiciones. En la reserva de Pine Ridge, el American Indian Movement (AIM) llegó a influir considerablemente en la danza del Sol y logró que se modificara por completo el ambiente externo de la ceremonia. Entre otras cosas, quedaron suprimidas todas las actividades religiosas y se prohibió el uso de cámaras fotográficas y magnetófonos. De este modo se evitaba cuanto pudiera perturbar el caracter religioso de la fiesta, siendo nuevamente de la danza del Sol una ceremonia de auténtica integración tribal. Creció sin cesar el número de participantes y muchos jóvenes, en especial miembros del American Indian Movement, acudían a la reserva buscando en la danza del Sol los elementos básicos de su herencia tradicional. Tomar parte en esa ceremonia era para ellos una importante etapa en el camino de su renovación cultural y un modo de confesar públicamente su raza. Pronto la danza del Sol de los lakotas se convertiría más allá de los límites de la reserva, en símbolo común de la "resistencia de la integración" y en rasgo cultural revelador de una positiva identidad étnica.
Los oglalas están hoy convencidos de que su cultura y religión han experimentado notables cambios durante los últimos cien años, pero saben igualmente que los fundamentos de sus creencias tradicionales siguen en pie. El artista lakota Arthur Amiottte escribe a este propósito: "A pesar de haber asimilado muchos aspectos de la tecnología moderna, el trasfondo religioso pugna por seguir intacto. Tal es el sentido más íntimo de las sagradas tradiciones lakotas".
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